Intersubjetividad y Teoría de la mente en TEA
Autora: Fga.Bettina
Schettini (Mg. en Neuropsicología Infantil y Neuroeducación)
Resumen
En este trabajo me propongo hacer una
descripción de una forma de inteligencia (Mêtis). Pongo especial énfasis en la concepción del hombre como ser mentalista y en dos de las
principales teorías que intentan explicar los procesos por los que se
constituye como tal: la de la teoría de la mente y la relacionada con el establecimiento
de procesos intersubjetivos. En relación a las personas que padecen déficits
enmarcados dentro de los trastornos del espectro autista, me baso en estas
teorías para describir las consecuencias que los déficits de las mismas
ocasionan. Finalmente propongo algunas actividades para intervenir sobre dichas
alteraciones.
La Mêtis
“Las fuerzas griegas durante diez años
no pudieron superar las altas murallas que defendían la ciudad de Troya. Odiseo propuso a los jefes griegos construir
un enorme caballo de madera en cuyo vientre habían de
caber los más valerosos héroes griegos. Un griego, fingiéndose fugitivo, contaría
a los troyanos que ese caballo estaba consagrado a la diosa Atenea, enemiga de los troyanos. Los
troyanos, grandes creyentes en los dioses, cayeron en el engaño y lo aceptaron
para ofrendarlo a los dioses, ignorando que era un ardid de los griegos para
traspasar sus murallas. Dentro del caballo se escondía un selecto grupo de soldados. El caballo era de tal tamaño que los troyanos tuvieron que
derribar parte de los muros de su ciudad. Una vez introducido el caballo en
Troya, los soldados ocultos en él abrieron las puertas de la ciudad, tras lo cual la fuerza invasora entró
y la destruyó”.
Este fragmento resumido de La Odisea (Homero) me permite hacer
referencia a un tipo de inteligencia (llamada MÊTIS por los griegos) ligada a
contextos interpersonales, que permite utilizar la astucia y el engaño táctico
para manipular la conducta de los otros y lograr el fin propuesto, a diferencia
del NOUS, caracterizada por ser una inteligencia relacionada con la capacidad
de ordenar el mundo físico, estático e impersonal de relaciones invariantes (Rivière,
1996). Odiseo utilizó elementos que estaban al alcance de todos pero de un modo
inédito, situándolos en un nuevo contexto. Sirviéndose de la capacidad de predecir,
comprender y modificar su propia conducta y la de los demás, logró que la
“astucia” le ganara a la “fuerza”.
El hombre como ser mentalista
La Mêtis se vale de la capacidad que tiene el hombre para predecir, comprender, explicar y modificar la
conducta de los demás. Esto sólo es posible porque el ser humano se sirve de conceptos ( creencias, deseos, pensamientos,
recuerdos) que le permiten darse cuenta de que tiene una mente y ,lo que es más
importante aún en relación con la interacción social, saber que los demás la
tienen y que puede predecir, explicar y manipular su conducta y la de los
demás. Es decir, se vale de un sistema conceptual (teoría de la mente) que le
permite usar estrategias sociales para establecer relaciones cooperativas
(sobre la base de intercambios
socio-comunicativos) y relaciones competitivas (sobre la base del uso
del engaño y la mentira).
El mecanismo por el que se emplea la
teoría de la mente se llama mecanismo de Teoría de la Mente-ToMM- (Leslie
,1987). Baron-Cohen, considera que el
ToMM es la vía para la “lectura mental” y plantea un modelo con mecanismos
cognitivos específicos que darían acceso a la misma (detección de la dirección
de la mirada, detección de la intención y la dirección a metas, mecanismo para
la atención conjunta, ToMM –para la lectura de las representaciones mentales-)
Baron-Cohen, Leslie y Frith (1985)
establecieron la hipótesis de que las personas con Autismo no tienen una
“teoría de la mente”. Existiría una deficiencia en aquellos procesos básicos
que les permitirían acceder a la lectura de la mente.
Para llegar a esa conclusión elaboraron un
test consistente en reconocer una creencia falsa (test de las muñecas, o
prueba de Sally y Anne): Sally pone una pelota en una canasta y se retira. Anne,
cuando no está Sally, saca la pelota y la pone en la caja. Luego llega Sally.
Se le pregunta al niño dónde irá Sally a buscar la pelota. Para responder
correctamente esta pregunta, es necesario que el niño sea capaz de
representarse una representación, es decir “ponerse en la mente de Sally”. Esta
tarea, que niños normales de 4 años y medio logran resolver, presenta mucha
dificultad en niños con TEA con un nivel
cognitivo promedio. En realidad, lo que hace el niño autista es tener en cuenta
sólo su propio pensamiento. Su respuesta errónea se produce porque se basa sólo
en lo que ve y no puede imaginar lo que
el otro está pensando.
Los niños con autismo de alto funcionamiento que superan esta prueba,
utilizan mecanismos alternativos para compensar el déficit pero presentan
dificultades en las denominadas tareas de falsa creencia de segundo orden
(consistentes en una modificación a la tarea anterior que complejiza aún más la
consideración de los estados mentales del otro) que los niños normales
resuelven alrededor de los 6 años y medio.
El uso de ToMM, permite a la persona realizar actividades sociales tan
habituales como establecer una conversación, relacionarse en contextos
laborales y educativos, compartir y comprender experiencias humanas, jugar con
otros, hacer “como si”.
Si falla el ToMM, como sucede en personas con TEA, las relaciones
interpersonales se tornan difíciles y hasta,
a veces, incompresibles. Las dificultades para inferir estados mentales se
traducen en serias deficiencias sociales y comunicativas.
Aparecen como seres “inocentes”, incapaces de engañar y de descubrir el
engaño. Por otro lado, son muy poco efectivos en tareas de cooperación y en
actividades grupales ya que en ambas es imprescindible adaptarse a cambios
sutiles, tratar de modificar el mundo mental del otro y eventualmente acomodar
las propias creencias y pensamientos.
Pensando a la ToM como el fundamento
de las destrezas pragmáticas y sabiendo
que éstas forman parte de las estrategias de intercambio comunicativo, las
habilidades comunicativas se ven seriamente alteradas:
- Uso de un tono imperativo, poco adecuado al
contexto con predominio de expresiones imperativas
- Intento casi nulo de modificar mundos mentales
sino de cambiar mundos físicos
- Expresiones irrelevantes o inapropiadas (debido a
la imposibilidad de captar estados mentales de otros)
- Escaso o nulo uso de la mirada como elemento útil
para delimitar turnos conversacionales
Se nota en autistas de alto rendimiento y en personas con Síndrome de Asperger
que hablan con fluidez, alteraciones pragmáticas y prosódicas siendo las más
características:
- Dificultades para adaptar el volumen de la voz en
función al contexto
- Discurso monótono, sin acentuación de los
elementos relevantes portadores de información inédita
- Escaso uso de preguntas como medio de recabar información
en relación al tema propuesto por el interlocutor ( siguiendo el “hilo de
la conversación”)
- Predominio de la descripción de objetos o
contextos estáticos sobre experiencias pasadas que transmiten creencias y
deseos.
- Dificultad para entender información implícita,
contenidos metafóricos y el “doble sentido” de un enunciado.
- Ingenuidad para hacer y comprender chistes y
bromas.
Asimismo, en las personas con TEA, esta dificultad para manejar conceptos
mentales se traduce en la ausencia o una severa limitación en la relación de
juego de ficción
A partir de la metódica observación
conductual de neonatos, se descubrió que los niños de pocas semanas de vida
parecieran tener preferencia por determinadas características perceptuales (esencialmente
visuales y auditivas) que guardan estrecha relación con aquellas que definen a parámetros
característicos de las personas. Parecieran venir al mundo dotados de programas
de “sintonización” y “armonización” con las personas.
El neonato presenta conductas expresivas
(sin finalidad aparente) caracterizadas por ser movimientos fisiológicos que,
al darse en un contexto social y físico, la madre o quien cumpla el rol de
figura de apego (Bowlby), significa. Se produce una relación “tónico –
emocional”, según la describe Wallon, que sienta las bases de un desarrollo
posterior.
Entre los dos y cuatro meses: se
establecen “juegos de repetición” entre el bebé y el adulto. El niño empieza a
predecir que frente a la estimulación del medio, él ejecuta conductas que a su
vez tienen respuestas del entorno que al ser constantes y repetidas en el
tiempo le permiten ir siendo capaz de anticipar las repuestas por parte del
medio. En esta etapa se da lo que Trevarthen dio en llamar “intersubjetividad
primaria”, que surge en los intercambios emocionales y propioceptivos
del bebé con sus cuidadores, en los que el bebé y la figura de apego responden
de manera automática a las señales, gestos y ritmos de su compañero. Como afirma
Hobson, los niños están
biológicamente “pre cableados” para
relacionarse con las personas de forma especial. Este tipo de intersubjetividad
se caracteriza por no presuponer alguna distinción entre lo mental y lo
corporal. Los niños de dos meses no son capaces aún de detectar “la mente de
otro” pero sí pueden discriminar expresiones emocionales.
Entre los nueve y los doce meses las
conductas del niño se tornan intencionales en el sentido de que adquieren
características de comunicación intencional con el uso de gestos ,por ejemplo, para
la obtención del objeto “mediante una persona”-protoimperativos- y compartir
experiencias con otros
-protodeclarativos-. A partir de esta etapa el bebé empieza a captar de
manera rudimentaria que sus cuidadores tienen intenciones propias. El espacio
intersubjetivo empieza a ampliarse a pasos agigantados: apunta y señala hacia
objetos de interés, le enseña activamente a su cuidador objetos que le llaman
la atención, empieza a pedirle que lo acompañe para compartir objetos o
situaciones que les causan asombro o placer. Esta forma de empatía lleva a que
empiece a tener en cuenta sus estados emocionales y los de los otros, comience
a manifestar conductas comunicativas que no sólo modifican el mundo físico, sino
para compartir experiencias sobre objetos o situaciones. La comunicación
aparece en esta etapa como una conducta con un fin (intencionada) que remite o
se refiere a algo (intencional) por medio de signos.
Las expresiones verbales comienzan a
diferenciarse y a usarse en distintos contextos y con distintas características
(enunciados imperativos a diferencia de
los declarativos).Comienza un proceso cada vez más rico y atractivo que lleva a
la persona a integrar la cultura a la que pertenece y a desenvolverse en ella
son solidez y cada vez más confianza.
Intersubjetividad y TEA
Desde un modelo afectivo-emocional,
Trevarthen y Hobson proponen que las emociones y los afectos serían los
primeros pasos para el acceso intersubjetivo, postulando que la capacidad para
acceder “a la mente" sería innata. Las personas con TEA tendrían dificultades
específicas para procesar estímulos emocionales. Comprueban que en las personas
con TEA son muy escasos o nulos los indicios de percibir a otra persona como
“sujeto” planteando que si se llegara a lograr la intersubjetividad primara, el
logro de intersubjetividad secundara ofrecería muchísimas dificultades para
establecerse y en muchos casos no se consolidaría.
El modelo propuesto plantea que el acceso
a la mente y a las intenciones de los otros sería innato y que la captación de
las intenciones sería posible gracias a
la presencia de procesos de
intersubjetividad. En los autistas, la alteración de los mismos les dificultaría
el acceso a posibilidades de cooperar y entenderse ya que presentarían
dificultades para tener en cuenta los
estímulos emocionales en el
procesamiento cognitivo.
Entendiendo a las emociones y a los
afectos como los primeros caminos hacia las mentes de los otros, las personas
con TEA no pueden darse cuenta, o lo hacen con bastantes dificultades, de que
las personas se diferencian de las cosas de modo de establecer con ellas un
contacto intersubjetivo. Como consecuencia de las carencias que presentan en
relación al establecimiento de relaciones intersubjetivas, se notan:
- Dificultades
para “empatizar” con las personas ( sentir con ellas)
- Alteraciones
importantes en la decodificación de emociones
- Comunicación
declarativa ausente o muy escasa
- Ausencia
de gestos protodeclarativos y, en los casos más severos, ausencia también
de gestos protoimperativos.
- Uso
“instrumental de las personas” para pedir sin hacer uso de signos ( lleva la persona hacia el objeto que
desea)
Bibliografía
Bowlby, J. (1988), Una base segura: aplicaciones clínicas de una
teoría del apego, Barcelona, Paidós, 1989
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educativas especiales en trastornos del desarrollo, Buenos Aires,
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espectro autista I: relaciones sociales y comunicación, en A. Rivière y J.
Martos (comps.), El tratamiento del autismo. Perspectivas actuales, Madrid,
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Valdez, D. (2007) Necesidades educativas especiales en trastornos del desarrollo ,
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(2009) , “El síndrome de Asperger: criterios diagnósticos y estrategias
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